Tierra firme


Y uno despierta con los ojos empañados en lágrimas, con el corazón destrozado y con la esperanza que la agonía tenga pronto final.


Y luego cuando sientes una mano cálida, que de la nada aparece reconfortando tu cuerpo cansado; escuchas esa palabra tan inapreciable y a la vez tan poco valorada, la cual termina haciendo un doloroso eco en tus entrañas, despedazando a su paso los vidrios que te cortaban y que habían sido clavados con tanto cinismo dentro de ti, los mismos que durante algún tiempo sirvieron como señuelo, creando espejismos, con sus brillos esporádicos que deslumbraban tus ojos cegándote a la realidad.


Esa dichosa palabra emerge nuevamente de unos labios como una tabla de salvación, de la que intentas prenderte nuevamente cerrando los ojos, con las manos temblorosas y orando en silencio, guardando la esperanza de que esta vez si se llegara a tierra firme.

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