Al caer la tarde....

Cuando te conocí y supe de tu existencia, mi vida comprendió que ya era tiempo de dejar el dolor atrás, era tiempo de mirarte y sentir esa mirada que penetra la vida y encienda la llama de fuego que por mucho tiempo estuvo apagada por causa del dolor, de las muchas decepciones y mi vida llena de fantasmas con esa angustia que sofocaba toda esa esperanza contenida por muchos siglos en muchas vidas. Odiaba con calma el tiempo de espera, iba forjando las palabras para decírtelas en el tiempo oportuno, cuando llegases a mi y todo esto se dio de la manera menos esperada, de la forma menos formal, pero sin duda expresión de la vida, que siempre busca hacerse realidad en dos seres que viajaban de la mano, sin darse cuenta de ello.
Por un tiempo te rehusaste en creer en mi, el miedo a tu pasado te alejaba de mi, ponías el muro del pasado por encima de mi. La paciencia del amor, la eternidad de la dulzura, es decir, no se la verdad que paso. Ambos por caminos distintos por muchas vidas lejanas, por otros sueños, jamás cerca el uno del otro, miles de kilómetros, sin que jamás cruzaremos miradas y nos venimos a encontrar de la manera menos pensada, ahora ya te encontré y el miedo de perderte me cansa en cada despertar y entiendo que la vida tan complicada, que este delito de amar, aunque me lleve a la cárcel del recuerdo eterno, no tengo miedo de amarte.
Pero con el tiempo, también te cansas y el dolor de pensar que la vida nos puede alejar, que compartimos experiencias maravillosas, nos puede jugar el delirio de sentir este miedo, pero quizás nos alejamos por un tiempo y este miedo se convierte ahora en nuestra realidad, pero mientras tanto la vida sigue y el tiempo se termina y al ocaso nos volveremos a encontrar y nos tomaremos de la mano y para verlo juntos, abrazados y saber que aun seguimos vivos.
Por un tiempo te rehusaste en creer en mi, el miedo a tu pasado te alejaba de mi, ponías el muro del pasado por encima de mi. La paciencia del amor, la eternidad de la dulzura, es decir, no se la verdad que paso. Ambos por caminos distintos por muchas vidas lejanas, por otros sueños, jamás cerca el uno del otro, miles de kilómetros, sin que jamás cruzaremos miradas y nos venimos a encontrar de la manera menos pensada, ahora ya te encontré y el miedo de perderte me cansa en cada despertar y entiendo que la vida tan complicada, que este delito de amar, aunque me lleve a la cárcel del recuerdo eterno, no tengo miedo de amarte.
Pero con el tiempo, también te cansas y el dolor de pensar que la vida nos puede alejar, que compartimos experiencias maravillosas, nos puede jugar el delirio de sentir este miedo, pero quizás nos alejamos por un tiempo y este miedo se convierte ahora en nuestra realidad, pero mientras tanto la vida sigue y el tiempo se termina y al ocaso nos volveremos a encontrar y nos tomaremos de la mano y para verlo juntos, abrazados y saber que aun seguimos vivos.
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