Reflexión

En el valle del silencio, en el miedo de la angustia, en la soledad más profunda, en el temor que carcome tus extrañas, en todo aquello que te alejo de la luz, en sin fin de momentos que sentiste desfallecer, donde no encontraste las miradas de apoyo, donde no sentiste el abrazo acogedor, ni las palabras de aliento, incluso de los que más esperabas, se perdieron en el horizonte. Llorando en la esquina de las noches, titiritando de frío, por falta de amor. El amor que tenias se apago hace mucho tiempo, se perdió de tu mirada, ese amor que te movía a ser mejor, se convirtió en una noche eterna, tu cuidad era una cárcel, las calles opacas y todos los abrazos tan solo formalismos sin sentido. Incluso aquello que te apasionaba era solo una herida abierta. Buscaste dentro de ti alguna respuesta, encontraste la fe, algo que habías tenido de niño, que te hizo sentir bien. Quieres recostarte sobre unos brazos que te den ternura, que te llenen de esperanza, necesitas ser salvado y bendecido, escuchar que creen en ti, aun estas de rodillas clamando esa mirada que restaure en ti la serenidad perdida en tus vidas pasadas. Creo que la vida a lo largo del tiempo recorrido nos ha puesto en mil encrucijadas y decisiones finales, hemos fracasado en algunos intentos en otros hemos tenido triunfos. Pero a pesar de todo ello, jamás debes olvidar que tienes una vida interior, algo que podrías llamar fe, espiritualidad, creencia, esencia, orden, mística. Todo ello es algo que deja de lado la racionalidad, busca dentro de ti, y encontraras el eco de la respuesta a eso que tienes duda. Tu vida interior siempre es importarte. Créelo.
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